La procedencia o pedigrí de una moneda que forme parte de una colección antigua añade interés histórico y prestigio a la posesión de dicha moneda. En el caso de colecciones antiguas importantes, supone una conexión tangible con la numismática del pasado. En algunos casos, la procedencia puede añadir un valor considerable al propio valor monetario de la pieza. En la actualidad, con las Leyes de Patrimonio Cultural, es posible incluso que establezca una base legal para la posesión de la moneda.
Existe una larga historia de coleccionismo de monedas.
Una serie de monedas acuñadas en Roma alrededor de 112-114 d.C durante el reinado del Emperador Trajano conmemoran una moneda de finales del siglo III a.C creada bajo la República de Roma. Los detalles en estas piezas son suficientemente equiparables a los de sus predecesoras como para concluir que el grabador del cuño tenía acceso a los originales. Es probable que se consultara una colección estatal o personal, tal vez de algún intelectual romano.
Seguramente existieran colecciones más tempranas, pero los registros son escasos.
Durante el Renacimiento Italiano, cuando volvió a darse importancia a las antigüedades clásicas nuevamente, las familias nobles comenzaron a formar sus propias colecciones, como las de los Gonzaga y los Este en el siglo XV. Sus monedas estaban selladas con un águila heráldica, lo que indicaba que eran de su propiedad.
Durante el s. XVI, los humanistas del Norte de Europa como Erasmo y Sir Tomás Moro intercambiaban monedas antiguas a modo de regalo en sus círculos académicos.
Algunas de las posesiones de la nobleza europea se convirtieron en los cimientos de las primeras colecciones de los museos nacionales. Ya en 1774 el Museo Británico entregó su primera selección de monedas duplicadas para subasta.
Aunque es cierto que nos encontramos con este tipo de monedas de vez en cuando, lo que ayudó a que se pudieran atribuir las piezas a sus antiguos dueños fue el advenimiento de la fotografía en catálogos que comenzó seriamente a finales del SXIX.
Los comerciantes legítimos de monedas antiguas se preocupan por determinar que las monedas que están ofreciendo para la venta no provienen de excavaciones ilícitas. Los miembros de la Asociación Internacional de Profesionales Numismáticos (IAPN, en sus siglas en inglés) contemplan esto en su código ético.
Además de esto, Estados Unidos tiene convenios con diferentes países y ha establecido regulaciones para controlar la importación de algunas monedas antiguas y otros artefactos arqueológicos. Este convenio es conocido como Memorándum de Entendimiento (MOU, en sus siglas en inglés) y tiene como objetivo la protección del Patrimonio Cultural de los países firmantes.
Los convenios requieren que tanto importador como exportador certifiquen que la moneda en cuestión bien haya estado fuera de su país de origen desde antes de cierta fecha o que tenga una licencia de exportación válida para salir de dicho país. La forma más sencilla de cumplir con estas regulaciones y la única que no abre debate es que la moneda esté publicada en un catálogo ilustrado. El catálogo debe ser de una fecha anterior a la regulación y ha de indicar que la moneda se encuentra fuera de su país de origen.
Es importante destacar, sin embargo, que muchas monedas maravillosas que se comercian de forma legal no han aparecido nunca en catálogos de subasta. Esto habitualmente se debe a que cuando aparecieron en el mercado tenían bajo valor comercial y no se retuvo la información sobre su procedencia. Muchas monedas que circulan en el mercado actual aparecieron por primera vez mucho antes de que las monedas se fotografiaran para catálogos, incluso aunque formaran parte de una colección durante muchas décadas.
Aunque el pedigrí o procedencia de las colecciones conocidas siempre ha sido un factor deseable a lo largo de la historia del coleccionismo de monedas, hasta el punto de que podemos encontrar apuntes al efecto en catálogos de subasta tempranos, el valor añadido asociado a ellas es una hecho bastante reciente. El mercado todavía está determinando este valor que va más allá del valor coleccionista de la propia moneda, y depende de varios factores. En general, el pedigrí no añadirá valor a una moneda a menos que la moneda ya sea deseable en términos de calidad/rareza. Un elemento que añadiría mayor valor al pedigrí sería la publicación de la moneda en un catálogo anterior a cualquier restricción a la importación de la pieza a los Estados Unidos, pero sin que dicha pieza sea parte de una colección conocida.
Esto podría aportar de un 10 a un 25% de valor adicional a la moneda. Las monedas de colecciones prestigiosas e históricamente importantes podrían ver un aumento del 50% o más de su valor (en algunos casos). Se podría obtener una prima aún más alta para piezas que rara vez fueron registradas con pedigrí debido a que se conocían muy pocas antes de la aparición de colecciones recientes.
La forma más sencilla de obtener monedas con pedigrí es adquirirlas de un comerciante con un catálogo importante y que pueda aportar detalles de procedencia de la pieza.
Es posible que un coleccionista también decida, después de un tiempo, crear sus propios catálogos de subastas, libros, y listas con precios fijos que muestren las monedas de interés de su colección. Una biblioteca numismática nos ayudará a conocer mejor y disfrutar de nuestra colección. Nuestro comerciante de confianza debería poder darnos algunas recomendaciones.
A continuación podemos ver algunos ejemplos de colecciones históricas:
Zeno nació en Venecia en 1668, hijo de una familia patricia. Desarrolló una carrera literaria durante la cual escribió libretos para muchas óperas barrocas de la época, centradas en temas mitológicos. En 1710 co-fundó el Giornale de Letterati d'Italia, el primer periódico italiano crítico que contaba con firmas de escritores muy conocidos. Viajó por todo el mundo y amasó una colección enorme después de retirarse de la vida pública.
Una pequeña parte de su colección -de más de 3000 monedas antiguas- se vendió en Viena en 1955-56. Estas monedas representan algunas de las pocas piezas pertenecientes a una de las escasas colecciones bien documentadas del SXVIII de las que aún se puede obtener una moneda.
Evans nació en 1851 en Nash Mills, Inglaterra, y se convirtió en un conocido arqueólogo e historiador. Fue nombrado Director del Museo Ashmolean de Oxford en 1884 e impulsó al museo a la Era Moderna, convirtiéndolo en uno de los más importantes museos arqueológicos.
En el año 1900, durante sus excavaciones en Creta, descubrió el principal emplazamiento de la civilización Minoica en Cnosos, donde las excavaciones continuaron hasta 1939. Desembolsó sus monedas, tanto griegas como romanas, en varias subastas a lo largo de su vida comenzando por una venta en Sotheby's en 1889.
El profesor Pozzi nació en Bergerac, Francia, en 1846. Fue pionero en el temprano campo de la ginecología y realizó una publicación al respecto en 1890. Formaba parte de la escena cultural de París y estuvo asociado o mantuvo amistad con personalidades como Sarah Bernhardt, Marcel Proust y Emile Zola. Murió asesinado por un paciente descontento en 1918. Reunió una de las mejores colecciones de monedas griegas que se ha visto jamás. Una selección de sus mejores piezas fue subastada en la primera venta "Ars Classica" de Lucerna en 1921.
Esta es una típica colección pequeña de monedas griegas de gran calidad. Fue vendida por Sotheby's en Londres durante la primera mitad del SXX. El catálogo describe a la colección como representando "el panteón helénico en miniatura". El profesor King formó parte del servicio civil indio y fue padre del ejecutivo y publicista Cecil Harmsworth King, que sería presidente del Daily Mirror de 1951 a 1963.
Sir Hermann Weber nació en Bavaria en 1823. Estudió medicina en Alemania, pero su amor por la cultura inglesa le llevó a aceptar una posición en el Hospital Alemán de Londres en 1851 y establecer su residencia en esa ciudad. Fue pionero en investigaciones para el avance contra la tuberculosis, razón por la que fue nombrado Caballero por la Reina Victoria en 1899.
Comenzó a coleccionar monedas con avidez a finales de la década de 1870, cuando estuvo en contacto con los principales coleccionistas y comerciantes de monedas de la época. Fue oficial y miembro de la Junta Directiva de la Royal Numismatic Society (Real Sociedad Numismática) y publicó artículos sobre numismática en el Numismatic Chronicle. Sus intereses coleccionistas tempranos incluyen monedas inglesas y romanas, pero estas se vendieron en subastas de 1885 y 1893. Más adelante se centró en monedas griegas hasta su muerte en 1918.
Poco después Spink adquirió la colección completa de casi 8.600 monedas griegas, una de las más importantes jamás creadas y cuyas piezas eran en su mayoría de la mejor de las calidades. Aunque el Museo Británico compró a Spink algunas de las monedas más importantes a buen precio, la mayoría fueron vendidas a coleccionistas y continúan circulando en el mercado a día de hoy. Dado que la mayoría de las monedas se encuentran documentadas en los catálogos publicados de la colección, es fácil verificar el pedigrí.
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