Las monedas de los conquistadores de Roma son generalmente toscas en apariencia, particularmente cuando las comparamos a las monedas romanas que a menudo intentaban imitar, pero su tosquedad es parte de su encanto. Los Visigodos son los que más se alejaron de las originales piezas romanas, y las monedas que acuñaron en España son joyas de arte temprana medieval.
Así como Roma no se construyó en un día, tampoco cayó en uno. Le llevó tres días, a lo largo de 66 años.
Teodosio el Grande (reinado del 379-395 d.C) fue el último hombre en regir sobre el Imperio Romano oriental y occidental. En su lecho de muerte, dividió el imperio entre sus no tan grandes hijos: Arcadio (reinó 395 al 411 d.C) reinaría desde Constantinopla sobre el Imperio Oriental ("Bizantino") mientras que Honorio (reinó 395 al 423 d.C) reinaría sobre el Imperio Occidental desde Mediolanum (Milan, en la actualidad) que previamente había reemplazado a Roma como capital del Imperio.
En el año 402, cuando Milan fue amenazada por los Visigodos, Honorio desplazó su capital a la ciudad de Rávena, más defendible. El 24 de agosto de 410, mientras que Honorio se encerraba acobardado en su bunker de Rávena, Roma cayó ante los Visigodos. Este fue el primero de los 3 días que hemos mencionado. Después de unas jornadas de saqueo relativamente amable, los Visigodos partieron de Italia y se establecieron en la Galia meridional donde pronto se convertirían en importantes aliados de los restos del Imperio Romano.
En el año 418 Honorio pidió a los Visigodos que recuperaran para él la provincia romana de Hispania (actualmente España y Portugal), que había sido conquistada por los Vándalos, los Suevos y los Alanos. Los Visigodos echaron a los Vándalos fuera de Hispania al norte de África, y prácticamente exterminaron a los Alanos. Los Suevos consiguieron mantener el control de Hispania noroccidental pero fueron mayoritariamente sometidos por los Visigodos, que anexionaron formalmente el reino Suevo en el año 585. Los Visigodos establecieron su propio reino en Hispania, que sobrevivió hasta la conquista musulmana del 711.
Alrededor del año 575, Leovigildo (r. 568-586) comenzó a acuñar monedas que nombraban al Emperador en el anverso y, por primera vez, al Rey Visigodo en el reverso. Al año siguiente, el nombre del emperador desaparecería de las monedas; a partir de ese momento las monedas visigodas nombrarían y retratarían únicamente a su rey.
Es probable que Leovigildo realizara este cambio para demostrar su poder y afirmar su soberanía. En el año 551, las tropas imperiales habían conquistado la porción sudoriental de España como parte de la campaña de Justiniano el Grande (r. 527-565) para recuperar las provincias occidentales del Imperio; y ahora, diez años después de la muerte de Justiniano, Leovigildo estaba volviendo a tomar el control de España, de forma hostil. Reemplazando el nombre del emperador y su imagen en las monedas con la suya propia, Leovigildo estaba anunciándole al mundo quién estaba realmente al mando.
Las monedas de Leovigildo y sus sucesores eran tremises de oro (los tremises eran originalmente monedas romanas, que valían un tercio de un sólido). Habitualmente presentaban la imagen del rey en anverso y reverso, aunque no siempre; su nombre aparece en el anverso mientras que el nombre de la ciudad de acuñación puede verse en el reverso.
Los Visigodos acuñaron en aproximadamente 100 casas de la moneda, veinte de las cuales han sido identificadas apenas en los últimos 40 años, y de cuatro de ellas (las de Toledo, Mérida, Sevilla y Córdoba) se han obtenido más de la mitad de todas las piezas que conocemos. Muchas de las casas de la moneda menos importantes se conocen por menos de una docena de monedas, y unas pocas por la existencia de una o dos piezas.
Estas monedas también son bastante raras: se estima que existen solamente alrededor de 10.000 monedas visigodas, repartidas entre 18 reyes y dos pretendientes al trono (y esas 100 casas de la moneda).
Una advertencia para coleccionistas: las monedas visigodas son probablemente las más falsificadas de todas las monedas medievales. Esto se debe en parte a la simplicidad (o, admitámoslo, al descuido) de sus diseños, lo que las hace fácilmente falsificables. La escasez de las monedas también contribuye a este problema; como hay muy pocas monedas genuinas conocidas, puede ser difícil determinar si una moneda "nueva" es un original que había estado sin identificar o una falsificación.
Y estas falsificación tienen una larga historia – la colección del rey Luis XIV de Francia (r. 1643-1715) incluía una moneda visigoda falsa. El auge de las falsificaciones visigodas tuvo lugar entre comienzos del siglo XIX y la primera década del siglo XX, cuando muchos falsificadores experimentados -incluyendo a Karl Wilhelm Becker ("Becker el Falsificador") – estuvieron más activos. El problema se hizo tan grande, y las falsificaciones tan difíciles de detectar, que muchos comerciantes de monedas se negaban a tener monedas visigodas en sus carteras.Aunque Roma había dejado de ser la capital del Imperio para el año 410, su caída ante los Visigodos fue un duro golpe para la moral romana: hacía 800 años que un invasor extranjero no tomaba el control de la Ciudad Eterna. Pero lo peor estaba por venir, con el segundo de los tres días que marcarían la caída de Roma.
Los Vándalos, que habían conquistado las posesiones romanas en el Note de África después de que los Visigodos les echaran de Hispania, capturaron Roma el 2 de junio de 455. Los Vándalos fueron mucho más destructores de lo que habían sido los Visigodos, de ahí que su nombre se haya convertido en sinónimo de destrucción gratuita y sin sentido. Después de dos semanas saqueando la ciudad, regresaron al Norte de África.
Como la mayoría de los pueblos Germánicos que asaltaron el Imperio Romano en esta época, los Vándalos eran Cristianos Arrios que generalmente (pero no siempre, y no siempre de manera cruel) perseguían a los Cristianos Católicos. En el año 523, Hilderico (r. 523-530) se convirtió en el Rey de los Vándalos. Era hijo de Eudocia, hija del Emperador Romano Occidental Valentiniano III, y al igual que su madre y su abuelo, prefería el Catolicismo.
Este cambio de dirección fue demasiado radical para los nobles Vándalos, y en el año 530 Gelimer (r. 530-534), el primo de Hilderico, que era vehementemente Arrio, destituyó a Hilderico y tomó el trono. El Emperador Justiniano el Grande (Católico) se opuso a la destitución de Hildérico. El general de Justiniano, Belisario, invadió el Norte de África en septiembre del 533 y destruyó el ejército de Gelimer en dos rápidas batallas. Gelimer se rindió en marzo del 534 y esto marcó el fin del reino de los Vándalos.
Las monedas más tempranas de los Vándalos aparecieron alrededor del 440 en el Norte de África. Al igual que los Visigodos, los Vándalos acuñaron sus primeras monedas en nombre de Honorio (que había muerto en 423). A diferencia de los Visigodos, los vándalos nunca acuñaron en oro, en principio: los sólidos y tremises pseudo-imperiales de oro que han sido atribuidas a los Vándalos fueron en realidad acuñadas por los Visigodos y otras tribus germánicas. Los Vándalos sí que acuñaron ampliamente en plata y cobre. El primer Rey Vándalo que acuñó monedas en su nombre fue Guntamundo (r. 484-496), mientras que el último fue Gelimer.
Una de las rarezas de la numismática de los vándalos es que parecen haber revivido el antiguo denario romano como denominación, incluyendo el uso del denario como una moneda que valía "diez" de algo. "Denario" quiere decir, literalmente "contiene diez", y el denario de plata de los Vándalos estaba valorado en diez numos de cobre.
Otra curiosidad de estas monedas es que los cospeles eran habitualmente muy gruesos pero más pequeños en diámetro que los sellos que se utilizaban para acuñar las monedas – por lo que en muchos casos es imposible encontrar una moneda que presente una imagen completa del diseño. Las monedas de plata más tempranas son tan parecidas a los diseños de Honorio que la única manera de saber que una moneda fue acuñada por los Vándalos es o bien comprobar el cospel es más grueso que las piezas provenientes de la casa de la moneda de Honorio en Rávena y/o que el diseño no cabe del todo en el cospel.
Además de las monedas pseudo-imperiales y las de la casa real, los Vándalos acuñaron monedas "municipales". Estas monedas no identifican a un rey o un emperador como la entidad emisora, sino que parecen haber sido emitidas por la ciudad de Cartago, la capital de lo Vándalos. Estas monedas son todas de cobre y baja denominación.
El colapso final del Imperio Romano de Occidente llegó el 4 de septiembre del año 476, el tercer día que marcó la Caída de Roma. En este día, Odoacro (u Odoacer), cuya etnia es desconocida, lideró un ejército de Herulos, Rugios y Esciros foederati (tropas bárbaras que componían la mayor parte del ejército romano occidental en aquel momento) que capturó Rávena y forzó a Rómulo Augústulo a abdicar el trono imperial. Odoacro envió los ropajes de gala imperiales a Zenón, el Emperador Romano de Oriente, en Constantinopla, dejando claro que ya no era necesario que existiera un Emperador en Occidente.
Rómulo Augústulo había ascendido al trono el año anterior, cuando su padre Orestes destituyó al anterior Emperador, Julio Nepote. Al principio, Odoacro declaró ser el gobernante de Italia en nombre de Zenón, pero Zenón apuntó que Julio Nepote seguía vivo, aunque exiliado en Dalmacia (la provincia Romana a lo largo de la costa este del mar Adriático) y que Odoacro le debía su lealtad. Cuando Nepote fue asesinado en el 480 (muy posiblemente a manos del hombre que Nepote había destituído como emperador en 474), Odoacro utilizó el asesinato como un pretexto para invadir y conquistar Dalmacia. Con la muerte de Nepote, Odoacro declaró reconocer a Zenón como su soberano, pero continuó un reinado independiente como el primer Rey de Italia.
La relación de Odoacro con Zenón se agrió a mediados de la década del 480, y en 488 Zenón le ofreció el control de Italia a su problemático general Teodorico, rey de los Ostrogodos (en aquel momento los Ostrogodos se habían establecido en el Imperio Oriental, demasiado cerca de Constantinopla para la tranquilidad de Zenón). Después de 4 años de extenuantes guerras, que incluyeron un asedio de tres años a Rávena, Teodorico y Odoacro negociaron un tratado de paz a través del cual los dos reinarían Italia de forma conjunta. Diez días más tarde, en una fiesta que celebraba la paz, Teodorico asesinó a Odoacro.
Al igual que los Visigodos y los Vándalos, Odoacro comenzó a acuñar monedas en nombre de su supuesto gobernante imperial. Acuñó estas monedas en oro, plata y bronce.
Con el tiempo – posiblemente después de la invasión de Italia de Teodorico, Odoacro comenzó a acuñar monedas a su nombre en plata y bronce. Estas sólo se acuñaron en Rávena, probablemente mientras Teodorico estaba asediando la ciudad. Las monedas de plata son extremadamente raras, y ninguna ha aparecido en subastas públicas en muchos años. Las monedas de bronce son escasas pero sí que aparecen en el mercado de vez en cuando.
Las monedas reales de Odoacro son singulares en que son algunas de las monedas no imperiales más tempranas de la Edad Media que incluyen un retrato del regente que las acuñó. Como con las monedas de los Visigodos, las monedas de Odoacro son de las pocas monedas medievales que han sido extensamente falsificadas.
Las dos monedas de cobre que aparecen en el catálogo del Museo Británico fueron producidas por Luigi Cigoi (1811-1875), un curtidor que utilizaba sus habilidades con los químicos para realizar tinturas para "envejecer" las monedas que falsificaba.
Los Visigodos acuñaron monedas durante casi 300 años, y su numismática es la más estudiada y conocida de este período Pliego (2009) es la referencia estándar pero puede que sea difícil de utilizar por coleccionistas que no sepan español.
Probablemente debido a la brevedad histórica de la numismática Vándala – duró menos de 100 años – y la aún mayor brevedad de la de Odoacro – sólo 17 años – no hay referencias disponibles en inglés para ninguna de ellas. Algunos catálogos de subastas de calidad como Künker (2007) pueden aportar información valiosa. El trabajo de Berndt y Steinacher (2008) nos aporta un breve pero excelente repaso de las monedas de los Vándalos. El libro de Grierson y Blackburn (1985) también es útil: es el primer volumen de una serie de trabajos sobre monedas medievales, basado en un exhaustivo estudio de la colección personal de Grierson, que en el momento de su muerte en el año 2006 era la mejor colección privada de monedas medievales. Wroth cuenta con material interesante que aporta contexto al período histórico, pero la mayor parte de la información numismática es insuficiente.
Fuente coinweek.com
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